Vamos a milonguear!

por José, el de la quimera

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Melena [capigliatura] cuadrada y galera [capello] negra, requintada [stretto] hasta la oreja. Cuello bajo, abierto, volcado, corbata plastr"n con perla o con brillantes. La pechera [pettino] y los puños postizos [posticcio] y almidonados, con un cuadriculado rosa, sobre un fondo cremita. En los puños rumorosos los gemelos de oro con iniciales. El saco -màs bien corto- negro, cruzado y de hombros altos. Las solapas [risvolto] anchas [larghe] y cerradas sobre el plastr"n, con vistas de raso [satin]  y ribeteadas [orlato] con trencilla [treccia] de seda. Los sacos de color llevaban delante seis botones de nácar, y entre los dos tajos [squarci] cortos de los costados de atrás -sacos culeros se los llamaba- tres botones de nácar a cada lado. El chaleco [gilet] también era cerrado y podía ser de piquŽ blanco o de grueso raso de fantasía. De los bolsillos [tasche] del pecho caía una pesada cadena de oro que se anudaba en el primer ojal [occhiello], bajando entonces el colgante [ciondolo], de cuyo extremo pendía un medallón de oro esterlina. El pantalón bombilla a la francesa, liso o cuadriculado, con un vivo o cordón de raso a lo largo y de cintura muy alta, y ajustado sobre el empeine [collo del piede] del botín o de la bota, con tres botones de nácar en la botamanga. (Arreglado y envainado con primor ponía "El Cívico" vertical sobre el costado del muslo [coscia] derecho" su sable [sciabola] bayoneta). El botín o la bota eran de cabritilla [capretto] reluciente. El taco alto, llamado "taco pera”, terminaba en una punta del tamaño de una moneda de veinte centavos. Las botas, de finas y de blandas qué eran se podían doblar y meter en el bolsillo. Y en fin, además de tanto enjailaifarse [vestirsi in lunfardo] a la moda ( "jailaife" se le decía al bien vestido y lo derivaban de jai laif; pronunciación inglesa de high life, que significa literalmente alta vida), a "El Cívico" le gustaba, como al famoso compositor de tangos Arolas, ponerse alguna vez los anillos sobre los guantes y llevar un ponchito de vicuña en los hombros.

 

Así José Tallón describió como se vestía el compadrito apodado "El Cívico”, allá por los años 20, para ir a la milonga. Como con Tony Manero, en "Fiebre del Sábado a la Noche”, la ceremonia empieza al vestirse. Hoy día somos más simples que el Cívico, basta una camisa bordó oscuro o negra, un pantalón negro y zapatos de baile negros con banditas rojas o blancas, para identificar a un tanguero típico del siglo XXI, aunque yo prefiero lo clásico, nada de colorinches. Generalmente los organizadores recomiendan vestir elegantemente o de sport elegante. Personalmente, no invito a mujeres que tiene zapatillas o botas, o que tienen shorts, y tampoco a las que se "disfrazan” de milongueras, superpintadas, que usan polleras brillantes con largos tajos al costado o que usan vestidos estilo Vilma de los "Picapiedras”. La milonga no es un baile de disfraces. Para eso está el carnaval.

 

Porqué los argentinos van a la milonga? Y, hay diferencias entre una milonga y una discoteca. Hay varios aspectos. En primer lugar, podés encontrar todas las edades, desde adolescentes hasta señoras y señores de 80 años o más, y todos bailan con todos. Esto implica un intercambio generacional importante. Por otro lado, en las milongas se puede tener una conversación ya que el volumen de la música lo permite. Por este motivo, se pueden hacer amigos más facilmente que en una discoteca, y además porque los tangueros son más sociables ya que el sistema de tandas permite la interacción con un mayor número de personas. También, la música es más variada y de mejor calidad. A los tangos tradicionales, tango valses, canyengues y milongas, se pueden alternar tandas de tango electrónico, folclore, música tropical y jazz. Todo esto no implica que el argentino va a la milonga para hacer "sociales” o a cenar. Para esto están los restoranes y los cafés, y los hay muy buenos. En Italia le dan más importancia al bufé que al baile mismo. En Argentina hay milongas con "restorán", pero están más para los turistas que para los argentinos. Estos no cenan generalmente en las milongas ya que la calidad de la comida no es buena, salvo en casos contados, como el de "Sunderland", donde la comida es aceptable, pero en este caso el restorán no está en la sala de baile. En las mesas de la pista se sirven bebidas o snacks livianos. A la milonga se va principalmente a bailar.

 

Otra razón para milonguear es que el tango mejora las aptitudes sociales de quien lo baila. Dicen que los argentinos somos abiertos y sociables. Será por el tango? puede ser, pero no creo. A decir verdad pienso que los argentinos no bailan tango. Tomá uno cualquiera por las calles de Buenos Aires y preguntale si lo baila. Vas a ver que después de horas no vas a encontrar un "porteño bailarín". Hay muchos motivos. Primero, el tango es una danza difícil y se requiere mucho tiempo y esfuerzo. Luego, a menos que se baile en pareja, el compañero/a o se puede poner celoso/a si baila con otras/os. Conocí un zapatero en Belgrano que va a las milongas sin que la mujer lo sepa. "Solamente para bailar" me dijo. Hay lugares en Italia donde la gente no es sociable por naturaleza, será el clima?, sobretodo en el norte y ahí se nota la diferencia que hay entre uno que no baila y uno que baila. Este último/a es mas sociable. Aunque en contados casos hay damas antipáticas "geneticamente". Aunque les hables, entre tanda y tanda obviamente, no sueltan palabra ni bajo tortura :>). Si es principiante y tímida se entiende y se acepta. En algunos casos bailan bien y pecan de soberbia porque se han "montado la testa". Otras veces las invitás y te rebotan despectivamente (lamentablemente no hay cabeceo en Italia). Estas, sobretodo, te hacen sentir inc”modo y es mejor no invitarlas jamás -- venganza del milonguero :). Pero los hombres también tienen sus culpas. Cuantas minas (damas) van a la milonga y planchanó (cioé rimanere seduti senza ballare).

 

Que otras razones hay para milonguear? Un investigación realizada por la universidad McGill revela que el tango mejora la motricidad, el equilibrio y la memoria, y previene las enfermedades cardíacas, aunque puede aumentar los corazones partidos :) Personalmente, a veces voy a la milonga principalmente para escuchar la música, no tanto para bailar. Veo bailar a los expertos y siempre "robo" un movimiento y aprendo algo nuevo que después pongo en práctica, ya que el tango, como danza, no se termina nunca de aprender. Esto que parece negativo es la fuerza del tango porque siempre hay un nuevo desafío para superarse. Además, están la música y las letras de las canciones. Todos los argentinos escuchamos tango desde chicos, pero realmente prestamos atención y sabemos los títulos, el nombre de los cantantes y del director de la orquesta? En las milongas se aprende esto además de bailar. Y de más esta decir que para las mujeres la milonga es una oportunidad de lucir vestidos y zapatos!.

 

No es necesario ser un gran bailarín para tener éxito. Si tenés un nivel de baile aceptable, podés tener 80 años que las chicas veinteañeras van a bailar con vos, sobretodo si tenés un estilo que los jovenes no pueden imitar. Es muy frecuente en Buenos Aires ver a un "pibe" de 80 años bailar con una piba de 20. Simplemente, necesitás estar en el ritmo, bailar las cadencias que propone la música y ser suave en la marca. No necesitás hacer miles de figuras o movimientos acrobáticos. Lamentablemente, en los festivales los maestros quieren impresionar a los principiantes y la técnica pasa a un segundo lugar respecto a las figuras coreograficas, que solamente sirven para retardar el aprendizaje, porque hay que prescindir de esos automatismos para ser un buen bailarín. Mucha gente, principiantes y neófitos, cree que bailar tango es tirar patadas, revolear a la compañera, correr enloquecidos en pareja por la pista y otros ejercicios de circo predeterminados. En cambio, el tango es completa improvisaciòn e invenciòn en cada instante. Los que buscan eso quieren mostrarse, no bailan para si mismos o para la dama. Claro que un poco de técnica hay que saber. A menos que seas un genio, no te largués a la pista sin conocer el abc básico que te permite "dialogar" a través de la mùsica. La bailarina tiene que saber "escuchar" ese "dialogo" y no irse por las suyas. Incluso, las buenas bailarinas tienen la habilidad de corregir los errores del compañero sin que nadie se percate y como el tango, no tiene patròn, ni coreografía determinada, la bailarina tiene que intuir el movimiento que ejecuta el bailarín y acompañarlo con precisiòn y sin esfuerzo aparente.

 

Bueno, ya vemos que hay buenas razones para ir a la milonga. Y hay otro motivo, que también es el título del libro de Juan Carlos Copes: "Quien me quita lo bailado".

Para los viejos milongueros:

 

En tus sienes [tempia] plateadas de luna
teji”
[tess
é] el tiempo con hilos [fili] de plata
la bohemia del tango canyengue
asomado
[affaciato] a los pies de tu estampa [aspetto elegante].

Bailarín que adornaste tu estilo
con la magia de alguna quebrada,
te recuerdan las noches porteñas
dibujando en la pista hasta el alba.

 

(Milonguero de ley: Osvaldo Estrella y Norma Montenegro)