Las principales razones de la creación de la Academia son: (Extraído del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 1235/1990)
Que el Tango como arte musical, coreográfico, poético e interpretativo, lleva un siglo de vigencia inalterable como expresión auténtica y profunda del pueblo argentino. Que esta vigencia creadora del Tango está en no menos de cincuenta mil (50.000) obras compuestas, editadas y estrenadas y que existen, desde fines del siglo XIX, más de cincuenta mil versiones grabadas de dichas obras en diversos soportes fonográficos, cinematográficos y de otro tipo en la República Argentina y en todo el mundo.
Recordemos al pasar que El Tango es patrimonio cultural de la humanidad desde el 2009.
¿Pero quien es Horacio Ferrer?, que tanto ha hecho por el tango. Todos conocemos el tema de Astor Piazzolla Balada para un loco. La letra es de Ferrer. Recuerdo que en 1969, en la TV, este tema concursó en el Primer Festival de la Canción, auspiciado por la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires. Ferrer había ido a la casa del músico pocos días antes con la frase: "Yo se que estoy piantao, piantao, piantao". Cuenta Ferrer, que cuando recitó el “vení, volá, sentí, el loco berretín que tengo para vos”, Astor cerró repentinamente el piano y mirándolo emocionado le dijo: "Esto es una bomba atómica". Amelita Baltar la cantó en el Luna Park, pero la canción salió segunda. Ganó Hasta el último tren, la otra canción finalista, que fue olvidada rápidamente. En cambio, la balada fue la ganadora sentimental y desde entonces es cantada en todo el mundo.
Milva (Balada para un loco) Mina (Balada para mi muerte)
Astor Piazzolla (música) y Horacio Ferrer (letra)
Ferrer nace en Montevideo, el 2 de junio de 1933. Su tío materno que vivía en Buenos Aires, lo introdujo en el tango y le hizo conocer la noche porteña, con todos sus personajes bohemios. Fue periodista en sus comienzos y poeta después. Conoció a Astor Piazzolla en 1955, al regresar este de Francia. En el 56 pasó el verano en Mar del Plata con Astor y su familia, con Nonino, su padre. (Adiós Nonino está dedicada al padre de Piazzolla). Ferrer y Piazzolla componen la opereta María de Buenos Aires, en 1968, con Héctor de Rosas y Amelita Baltar como cantantes, y el mismo Ferrer en el papel de El Duende, recitando. Luego, Piazzolla y Ferrer comienzan a componer canciones de tango, con contenido social y estética innovadora, como Chiquilín de Bachín, Los pájaros perdidos y La bicicleta blanca. Este último fue prohibido por la paranoica dictadura militar durante los años 70. Sobresale también Oblivion y Fábula para Gardel, dedicada al genial cantor, donde un padre le habla de Carlos Gardel a su hijo.
¿El último dandy? Hace 33 años que vive en el Hotel Alvear de Buenos Aires. En una entrevista le preguntan si es el último cajetilla (en lunfardo, bon vivant). Sonrie. Hasta 1976 vivía en departamentos prestados y un día compró una suite del Alvear, donde vive con su esposa, la artista plástica Lulú Michelli. Ferrer siempre usa una flor en el ojal y moñito. Piazzolla, una vez en Londres, le dijo en un negocio: ‘comprate eso y lo vas a usar toda la vida’. Y así fue.
Este video es parte de una conferencia en el festival de poesía "Absolute Young Poetry" en Monfalcone, el 2 de octubre del 2010.
"Chiquilín de Bachín" (grabación personal) Chiquilín de Bachín
Astor Piazzolla (música) y Horacio Ferrer (letra)
Recita: Horacio Ferrer
Horacio Ferrer con l' Orquesta Típica Alfredo Marcucci a Monfalcone, per
Absolute [Young] Poetry 2010. Grazie a Lello Voce, Gianmaria Nerli (che ha curato anche la traduzione),
Luigi Nacci e Clara Giangaspero.
Intervista: Agnese Ermacora per Radio Fragola Trieste
Las letras de Horacio Ferrer se pueden leer en: www.todotango.com
Extracto de La bicicleta blanca:
El flaco [magro] que tenía la bicicleta blanca;
silbando [fischiando] una polkita [polca] cruzaba la ciudad.
Sus ruedas [ruote], daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal [pedale]!
Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando [respirando] a lo pichicho [piccolo cane],
trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.
"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."
Todos, mientras tanto, en las veredas [marciapiedi],
revolcándonos [sguazzare] de risa [ridere]
lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:
"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."
Pero cierta noche,
su horrible bicicleta con acoplado
entró a sembrar una enorme cola fosforescente.
¡Increíble!: los pungas [ladri]
devolvían las billeteras [portafogli]
en los colectivos;
los poderosos terminaban con el hambre;
los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz;
el Intendente [Sindaco], en persona,
rellenaba los pozos de la calle,
y hasta yo, pibe,
yo que soy las penas,
lloré de alegría bailando bajo
esa luz la polka del ciclista.
Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.
Le dimos como en bolsa, si asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.
(Mi viejo Flaco Nuestro
que andabas en la Tierra:
¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)
La bicicleta blanca
Pianista arreglador: Alessandro Nidi
Violin: Elisabetta Garetti
La narración y el canto: Mascia Foschi
Horacio Ferrer ha sido candidato al premio Nobel de Literatura y gano el premio Tenco en el 2010.
Horacio Ferrer, el último cajetilla
por José, el de la quimera