Historias de italianos en Buenos Aires. Barrio, futbol y tango.
por José, el de la quimera
Las historias sobre italianos en Buenos Aires y en Argentina pueden ser infinitas, considerando que el 60% de la población en el país es de origen italiano. Hay un calle en el barrio tanguero de Pompeya llamada Eduardo Colombo Leoni. Seguramente contadas personas saben quien fue, probablemente historiadores urbanos (si los hay todavía) o algún veterano nostálgico. Colombo Leoni nació en Italia en 1862 (o 1863) de una familia de políticos y militares. Murió en 1939 en Buenos Aires. Llegó en la década del 80 del siglo 19, aparentemente debido a algún problema de naturaleza sentimental, para olvidar, en el país del tango. Se presentó con una carta de recomendación a Abraham Luppi, otro italiano, un empresario que tenía una curtiembre.
Luppi lo empleó en las oficinas administrativas de la empresa, pero pronto se dio cuenta que este hombre culto y elegante estaba desperdiciado en ese puesto. Entonces Luppi decidió fundar una escuela para sus empleados y darle la dirección y organización de los cursos a Colombo Leoni (Salas, 2001). Otra versión, que se encuentra en internet
dice que el Colegio Luppi comenzó a funcionar en 1887 bajo la dirección de Francisco Colombo Leoni, hermano de Eduardo, y que este introdujo cursos de esgrima y música y creó una banda musical. Eduardo era un excelente educador y publicó un texto sobre “Nociones de Historia Nacional (con apuntes de Historia General)” reeditado nueve veces (Barcia, 1976).
Un alumno ilustre de este colegio, entre 1920 y 1923, fue Homero Manzi (Homero Nicolás Manzione, el autor del tango “Sur” entre otros notables), que nació en 1907. Manzi “pinta” el lugar donde estaba la escuela en “Barrio de tango”:
Un pedazo de barrio, allá en Pompeya
durmiéndose al costado del terraplén
Un farol balanceandose en la barrera
y el misterio de adiós que siembra el tren
En la contratapa de la partitura de este tango, Manzi nos dice que el colegio se alzaba, materialmente entre pantanos, baldíos bajos, terraplenes y montañas de basura o desperdicio industrial. Ese paisaje de montones de hojalata, cercos de cina-cina, casuchas de madera, lagunas oscuras, veredones desparejos, terraplenes cercanos, trenes cruzando las tardes, faroles rojos y señales verdes, tenía su poesía.El poeta evidentemente “ve” lo que los otros no pueden ver y nos lo cuenta. En el tango, el fango y la basura son poesía.
Los alumnos del colegio Luppi fundaron en 1908 el Club Atlético Huracán, nombre del globo aerostático en el que Jorge Newbery (el cajetilla de “Lo de Hansen”) salió desde el barrio de Belgrano hacia Brasil. En realidad, el club fue fundado por Américo Stefanini, alumno del colegio Luppi, y varios compañeros, en 1903 con el nombre “Verde esperanza y no pierde”. El primer sello del club decía: “Club el Uracán”, sugerido y realizado por un librero de nombre Richino. Se dice que la falta de la “H” se debió a que Richino era italiano y esa letra no existe en ese idioma.
Manzi escribe: Es que el colegio Luppi en cuyos recreos del lunes se comentaban goles y las jugadas del domingo no era un vivero de jugadores y simpatizantes de Huracán? (Manzi 1997).
Colegio Luppi. Esquina Av. Centenera y Esquiu.
Referencias
Barcia, J., 1976, Tango, tanguero y tangocosas, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires.
Manzi, H., 1997, Poemas, prosa y cuentos cortos, Editorial Corregidor, Buenos Aires.
Salas, H., 2001, Homero Manzi y su tiempo, Javier Vergara Editor, Buenos Aires.